jueves, 13 de agosto de 2015

falsación de emociones negativas ***

*** por Francisco Bengochea

Hay emociones que no son reales, no reflejan lo que sucede en el mundo real. Estas emociones son muchas veces desagradables y alteran nuestro equilibrio emocional. De hecho, son una de las principales causas de nuestro sufrimiento psicológico.

Sufrimos porque confundimos el mensaje de estas emociones irreales con algo a lo que tenemos que prestar atención como si fuera cierto. En realidad, si nos damos cuenta de que esas emociones son falsas y desenmascaramos su verdadera identidad, que es la de ilusiones generadoras de sufrimiento, dejan de tener poder sobre nosotros, y somos nosotros los que adquirimos un mayor poder sobre la vida.

Algunas de estas falsas emociones pueden ser: el miedo, que nos alerta muchas veces de peligros inexistentes y nos ofusca a la hora de buscar soluciones; la preocupación, que la mayoría de las veces no sirve para nada,  la ira, que nos incita a actuar en contra de nuestros intereses; la depresión, que nos hace creer que somos seres miserables cuando somos personas perfectamente válidas, etc.

Darse cuenta de que esas sensaciones y pensamientos estresantes son irreales, es FALSAR su mensaje (comprender que su contenido es falso), con lo cual su poder de absorción y arrastre hacia el malestar pierde su eficacia. Quedará un remanente, porque el hábito de darles validez lleva mucho tiempo arraigado en nosotros, pero con la práctica conseguiremos liberarnos poco a poco de ellas.

No se trata de no tomar medidas ante los problemas, sino de hacerlo de una forma equilibrada, con calma y confianza y solamente cuando resulta adecuado, en lugar de ser arrastrados por fuerzas que siempre habían sido profundamente perturbadoras.


Ante cada emoción desagradable, plantéate si esa emoción resulta adecuada, si te está trasladando un mensaje que refleja el verdadero estado de la realidad y si tiene alguna utilidad, o si por el contrario te está “mintiendo” haciéndote sentir cosas por completo inadecuadas e inútiles. Si ese mensaje resulta ser falso, considéralo sinceramente así, y deja de prestarle atención, dejando que se disuelva por sí solo (recuerda, por ejemplo, la palabra FALSACIÓN). Su capacidad de provocar sufrimiento disminuirá hasta ir poco a poco desapareciendo.